Mi arte es un proceso evolutivo de conciencia. En cada obra deposito lo que emerge del inconsciente.

Es un universo estético que plasmo con ingenuidad, sin límites, con la única intención de transformar el vacío en un tiempo vital, lleno de color y movimiento.

Los sentimientos, como mis pinturas, son abstractos. Mis cuadros son el resultado de unir fragmentos que expresan aquello que no puede representarse ni decirse con palabras.

El amor por la vida se traduce en el desenlace de mi obra: sacar a flote lo más profundo y encontrar una forma de expresarlo.

Mi proceso es experimental. Aunque he explorado diversas técnicas, nunca me cierro a la invención ni al descubrimiento. Por eso, muchos de mis cuadros comienzan con trazos espontáneos: dibujos, líneas de tinta china que rompen el hielo del lienzo en blanco. Luego, el color entra en diálogo, se mueve, se acerca, se limita. Y cuando encuentra su frontera, surge otro tono como un salvavidas, sosteniendo lo que ya existe sobre la tela, dando paso a nuevas acciones.